El Monasterio de Sigena en reconstrucción. Una historia fascinante.

María Pérez de Arenaza

 

 

 

 

 

 

 

Preparando un nuevo reportaje de viaje por la provincia de Jaén, para la revista NUEVO ESTILO COLLECTION, descubro a un maestro artesano especialista en artesonado mudéjar, que me ha dejado impresionada, Paco Luis Martos, Premio Nacional de Artesanía 2023, nacido en Villanueva del Arzobispo y con taller en Úbedea, Patrimonio de la Humanidad. Un investigador volcado en la recuperación y la transmisión de un saber hacer con una antiguedad de 1.000 años, cuando aparecieron en la península las primeras cubiertas en madera bajo la influencia islámica que decorarían alhambras, alcázares y edificios religiosos árabes, cristianos y judíos. Un arte único que se desarrolló exclusivamente en España.

 

Y entre las maravillas que realiza se encuentra un artesonado muy especial, confeccionado para el Real Monasterio de Santa María de Sigena en Villanueva de Sigena (Hudesca) mandado, construir en el siglo XII, por la reina Sancha de Castilla ​ como monasterio destinado a religiosas hospitalarias. Se levantó en pleno desierto de Los Monegros y se convirtió en uno de los monasterios más ricos y bellos de Aragón gracias a los importantes donativos que recibió,  y entre sus palaciegas estancias destacaba la Sala Capitular, decorada con ricos frescos medievales. En 1923 fue declarado Monumento Nacional y entre 1983 y 1994 la Orden de San Juan de Jerusalén vendió a la Generalitat de Cataluña una serie de bienes de gran valor artístico sin el permiso de las autoridades patrimoniales.  En 2002 se declara Bien de interés Cultural y tras un largo litigio para su recuperación, la gran mayoría de las piezas fueron devueltas y regresaron a Aragón entre 2016 y 2017. 

 

Es maravilloso documental cuenta el ingente trabajo de recreación de la Sala Capitular, cuyos frescos originales se ecncuentran en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. El responsable del proyecto SIGENA MÁGICA es el filántropo Juan Naya, nacido en Villanueva de Sigena, quien se ha empeñado en recuperar la belleza  de la iglesia de su pueblo. Un trabajo audaz que se sirve de la artesanía y las nuevas tecnologías para aproximarse lo más posible a lo que otros crearon hace más de ocho siglos.